Los buques de refugiados de la Segunda República (I): el Habana

Durante el tiempo que duró la guerra civil española (1936-1939), decenas de miles de simpatizantes de la Segunda República tuvieron que huir de España ante el temor a los encarcelamientos, torturas y asesinatos llevados a cabo por el ejército golpista del general Franco y su posterior dictadura. Hoy empezamos en el blog una serie de cinco artículos que relatan algunas de sus travesías y de los barcos que los llevaron al exilio.


La mañana del 21 de mayo de 1937, 4.000 niños y niñas de edades comprendidas entre los 7 y los 15 años embarcaron como refugiados en Santurtzi en el vapor Habana con destino Southampton para escapar de la Guerra Civil iniciada un año antes tras el golpe de estado del ejército contra el gobierno de la Segunda República.

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El Alfonso XIII (fuente: De la mar y los barcos)

El vapor Habana, originalmente bautizado como Alfonso XIII, fue en el momento de su construcción el buque más grande construido en España, con unas dimensiones de 146 metros de eslora por casi 17 de manga. Con un presupuesto de 10 millones de pesetas de la época, que luego se dispararon hasta los 37 millones, la quilla del buque se colocó el 27 de abril de 1916 en el astillero que la Sociedad Española de Construcción Naval poseía en Sestao, La Naval, para la Compañía Transatlántica Española.

Su casco estaba hecho de hierro unido mediante remaches, y en su interior dos turbinas de vapor Parsons hacían girar dos hélices que permitían al buque alcanzar los 19,5 nudos de velocidad. Su capacidad de pasaje era de algo más de 2.000 pasajeros, repartidos entre la Primera Clase (245), Segunda Clase (82), Tercera Clase (148) y 1.589 emigrantes o tropa, además de los 245 tripulantes que manejaban el barco y atendían a la tripulación.

La Primera Guerra Mundial retrasó la botadura del Alfonso XIII hasta septiembre de 1920, y un incendio dos meses después mientras se encontraba en el muelle de armamento retrasó su puesta en funcionamiento hasta agosto de 1923. Con el propio rey Alfonso XIII a bordo se realizaron las pruebas de mar para comprobar que todo funcionaba correctamente y por fin, a finales de 1923, el buque comenzó a realizar regulares viajes trasatlánticos entre España y Cuba, México o Nueva York.

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Botadura del Alfonso XIII (fuente: Háblame de barcos)

Con la llegada de la Segunda República, la Compañía Trasatlántica Española, profundamente monárquica, perdió el contrato vigente entre la empresa y el estado, además de verse obligada a cambiar el nombre de algunos de sus barcos, entre ellos el Alfonso XIII que pasó a llamarse Habana.

El golpe de estado del 36 cogió al Habana en Santurtzi preparándose para un nuevo viaje a América, pero su partida quedó suspendida por el conflicto. La llegada de la guerra a Gipuzkoa obligó a requisar el trasatlántico y destinarlo a alojamiento provisional a refugiados de este territorio que llegaban a Bilbao, y desde enero del 37 a utilizarlo como buque hospital.

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El Alfonso XIII bajo el Puente de Vizcaya (fuente: Háblame de barcos)

Hasta ese momento el gobierno británico se mantenía al margen de la guerra bajo el argumento del pacto de no intervención en la guerra civil que habían firmado las principales potencias europeas, pero que pocas estaban cumpliendo.

Pero el 26 de abril tuvo lugar un hecho clave que cambió la posición no tanto de las instituciones como del pueblo inglés hacia el conflicto español: el bombardeo del pueblo de Gernika por la Legión Cóndor alemana al servicio del ejército franquista.

Los aviones de la Legión Cóndor arrasaron la ciudad, lugar emblemático para la cultura y política vascas, sede de la Casa de Juntas y del simbólico Árbol de Gernica, símbolo de las libertades tradicionales de Vizcaya y los vizcaínos, y por extensión de los vascos.

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Gernika tras el bombardeo (fuente: Deia)

El ataque destruyó el 70% de los edificios y dejó dos tercios de los demás gravemente dañados. De los 5.000 habitantes de la villa, la cifra de muertos en el ataque ascendió a unos 1.000 según el historiador Hugh Thomas. La crónica publicada por George Steer, corresponsal del The Times inglés dos días después del ataque despertó las conciencias del pueblo británico, cristalizando en la creación del National Joint Committee for Spanish Relief.

Dos mujeres muy diferentes tienen una gran importancia en esta historia. Por un lado, Katherine Marjory Ramsay, duquesa de Atholl, representante del partido conservador, presidenta del Basque Children’s Committee y firme defensora de la República española. Por otro lado, Leah Manning, miembro del National Joint Committee for Spanish Relief, educadora, reformadora social y ex parlamentaria laborista, posicionada en contra de la guerra y el fascismo.

Entre las dos organizaron la salida de los 4.000 niños vascos hacia Inglaterra, con financiación popular aunque bajo los férreos parámetros establecidos por el gobierno británico que controló el número de niños (sobre 4.000), su edad (entre 7 y 15 años), la proporción en función de la filiación política de sus padres (socialistas, comunistas, nacionalistas o anarquistas) y el organismo u organismos que iban a hacerse cargo del sostenimiento y cuidado de los niños en suelo inglés.

El viernes 21 de mayo de 1937 el puerto de Santurtzi amaneció convertido en un hervidero. Allí se juntan los 3.861 niños acompañados por 96 maestras, 120 auxiliares, y 16 curas, además de un par de doctores y varias enfermeras que embarcaron juntos, más las miles de personas que los despiden. A las diez de la noche todos se encuentran acomodados en el barco elegido para su transporte, que no es otro que el Habana, y se inicia el viaje hacia Inglaterra, escoltado por la armada británica.

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El Habana a su llegada a Southampton (fuente: University of Southampton Special Collections)

 

Aunque llegaron a Southampton al día siguiente, no desembarcaron hasta el 23 de mayo. Su destino era el campamento de North Stoneham, en donde se alojaron en unas 500 tiendas de campaña durante los tres meses que esperaban que durara su exilio. Pero la caída de Bilbao en manos del ejército golpista y la disolución del gobierno vasco hacía desaparecer la idea de un retorno cercano a España.

Dos meses después de su llegada el campamento se comenzó a repartir a los niños en decenas de colonias a lo largo y ancho del Reino Unido, desde Escocia a Gales pasando por Londres. Allí recibían clases de inglés e historia, practicaban deporte y se esforzaban en no perder sus costumbres mediante actuaciones y bailes. El gobierno británico seguía sin poner una libra para la manutención de los refugiados, así que todo corría a cargo de voluntarios.

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Niñas en el campo de North Stoneham (fuente: University of Southampton Special Collections)

A finales de 1937 y principios de 1938 las organizaciones franquistas comenzaron una campaña mediática para exigir la repatriación de los niños refugiados. El Basque Children’s Committee se ve obligado a negociar unas condiciones de repatriación, siempre que no haya riesgo de guerra y exista una solicitud de vuelta de los padres.

Poco a poco los niños comenzaron a retornar a España, y aunque a principios de 1939 seguían residiendo en Reino Unido cerca de 1.700 niños, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial aceleró las repatriaciones y para final de año tan solo quedaban unos 400 niños en suelo británico. Se estima en unos 250 los niños y niñas que se quedaron para siempre en Gran Bretaña.

El viaje a Southampton no fue el único traslado de refugiados del Habana. En total realizó seis viajes, el inglés más otros cinco a diferentes puertos de Francia. Fue allí, en la ciudad de Burdeos en donde quedó amarrado desde 1937 hasta el final de la Guerra Civil, sirviendo como barco hospital. Las autoridades de la dictadura franquista instaurada tras la guerra reclamaron el Habana junto con otros 67 buques españoles fondeados en puertos franceses.

El Habana llegó de vuelta a Bilbao el 27 de junio de 1939. Su destino era el astillero de La Naval, en donde se iba a proceder a su recuperación como trasatlántico tras ser retornado a la Compañía Trasatlántica Española. Pero el 14 de septiembre sufre un nuevo incendio, y queda prácticamente destruido. Tras estudiar la viabilidad de su reparación, se decide convertir el Habana en un buque mixto de carga y pasaje, con capacidad para 84 tripulantes, 116 pasajeros y 14.000 metros cúbicos de carga. En 1943 el buque retoma sus viajes a América, en busca de maíz, leche en polvo o algodón.

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El Habana ya como buque mixto (fuente: De la mar y los barcos)

Pero en 1960, ante su escasa rentabilidad, el buque es enviado a Vigo para su desguace. Ahí comienza la segunda vida del Habana. Un año después, ante la falta de capacidad de los astilleros para cubrir la necesidad de buques congeladores de la empresa Pescanova, el viejo buque es remolcado hasta Ferrol, en donde es reformado en Astano (hoy en día Navantia Fene) para servir como buque factoría congelador en Sudáfrica, rebautizado como Galicia.

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El buque congelador Galicia (fuente: Háblame de barcos)

Diez años después sus viejas calderas fueron reemplazadas por unas nuevas en la Empresa Nacional Bazán (hoy en día Navantia Ferrol) lo que alargó su vida unos años más, hasta 1975, año en que regresó a Vigo para ser desguazado finalmente en 1978. Del buque ya no queda nada salvo una reproducción en el Acuario de Donosti y su nombre en una céntrica calle de Santurtzi. En Portobello Road, en el barrio londinense de Notting Hill, existe un mural y un mosaico que recuerdan a Habana y a los 4.000 niños refugiados que viajaron en él.

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Guernica Alley (fuente: La Tundra Revista)

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Mosaico They shall not pass (fuente: Don Furman en Medium)

Para saber mucho más:


Juan A Oliveira es el responsable de las Áreas de Ingeniería Naval Aplicada y Estructuras en CT Ingenieros. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.

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3 comentarios en “Los buques de refugiados de la Segunda República (I): el Habana

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