Josephine Peary y la conquista del Polo Norte

A Josephine Peary se la conoce principalmente, y como a muchas mujeres, por ser la esposa de su marido Robert Peary, explorador ártico de renombre a quien ella acompañó en sus expediciones. En realidad no se limitó acompañarle, sino que también apoyó sus iniciativas y formó parte de su equipo, además de crear proyectos propios que le valieron merecidos reconocimientos.

Josephine Cecilia Diebitsch Peary nació el 22 de mayo de 1863 en Maryland, siendo su padre el militar prusiano Hermann Henry Diebitsch, y su madre Magdalena Augusta Schmid. Vivían en una granja que resultó destruida durante la Guerra de Secesión americana, tras lo cual se trasladaron a Washington, donde Josephine y sus tres hermanos pequeños crecieron. Tras estudiar en una escuela de negocios Josephine empezó a trabajar en la Smithsonian Institution, donde su padre ejercía de profesor, y fue allí donde conoció a su futuro marido, Robert Peary.

Josephine ya era una mujer ‘diferente’ antes de casarse con un explorador, pues había logrado algo impensable en la época: que su salario fuera el mismo que el de sus compañeros masculinos. Pero aun así se superó cuando, tras casarse con Robert en 1888, decidió acompañarle en sus expediciones árticas. El anuncio de que viajaría con él a Groenlandia en 1891 causó impacto y desaprobación en la sociedad de la época, que consideraba indecente que una recién casada compartiera una cabaña de madera con su marido y otros cinco hombres (entre quienes estaban Matthew Henson, descendiente de esclavos y primer afroamericano en el Ártico, y el doctor Frederick Cook, con quien Robert más tarde libraría una batalla por la atribución de la conquista del Polo Norte) durante algo más de un año.

Josephine Peary en 1892. Imagen: Wikimedia Commons

A pesar de las críticas tanto externas como internas por parte de algunos compañeros de él que, como también era habitual en la época, no veían especialmente bien que una mujer viajase con ellos y mucho menos hacia aquellos lugares, partieron a la aventura, y ella pronto se convirtió en un miembro más del equipo, ganándose la confianza de los expedicionarios y trabajando tanto en la cocina como cazando si era necesario. En ese primer viaje a Groenlandia, Josephine marcó otro hito al convertirse en la primera mujer en participar en una expedición ártica.

Aunque el alcance de los logros de Robert siga estando en tela de juicio a día de hoy, hay uno de sus méritos sobre el que no hay discusión posible: haber demostrado que Groenlandia es una isla, y no una península unida al Ártico, como se creía en el siglo XIX. También este descubrimiento se lo debe al tremendo empeño y apoyo de su mujer. De no ser por ella no se habría dilucidado tan pronto. La cosa sucedió de forma accidental. A mitad de su travesía hacia el Ártico, el 11 de julio de 1891, Robert se rompió una pierna. Algunas voces sugirieron que la expedición regresase a casa, pero Josephine se negó rotundamente asegurando que su marido estaría recuperado en menos de seis meses, y añadió que ese era tiempo suficiente, dado que la expedición duraría más de un año. No se equivocaba. El 4 de mayo de 1892, un recuperadísimo Robert se encaminaba hacia uno de los mayores éxitos de su carrera, y Josephine estaba a su lado mientras comenzaba la odisea de 93 días que demostró que Groenlandia es la isla más grande del mundo.

Más tarde contaría las experiencias vividas entre 1891 y 1892 en su primer libro, publicado en 1893, My Arctic Journal, 1893. A Year Among Ice-fields and Eskimos (Mi diario ártico. Un año entre hielos y esquimales), en el que incluía reflexiones como “cuando vas por la ciudad, piensas en cómo te verán. En el Norte, vistes para estar caliente y nada más”. Ese mismo año, al tiempo que se publicaba el libro, Josephine se encontraba otra vez en el Ártico a pesar de estar embarazada, de hecho, dio a luz a su primera hija durante esa expedición. Marie Ahnighito Peary, cuyo segundo nombre hacía honor a la mujer Inuit que confeccionó su primer traje de pelo, nacía el 12 de septiembre de 1893, a treinta grados bajo cero, según cuentan los escritos, convirtiéndose así en el primer bebé occidental que nacía tan al norte, y por ello la prensa del momento la bautizó como Snow Baby (el bebé de las nieves). El segundo libro de Josephine, publicado en 1901, no tuvo otro nombre que ese, The Snow Baby, a true story with true pictures (El bebé de las nieves, una historia real con imágenes reales). Antes de esa segunda publicación, en 1897, Josephine había regresado al Ártico donde, de nuevo, había estado conviviendo con los Inuit.

Portada del libro The Snow Baby. Imagen: Wikimedia Commons

El nuevo siglo comenzó, una vez más, de manera accidentada, encontrándose Josephine en Washington cuando supo que a su marido habían tenido que amputarle ocho dedos de los pies tras sufrir congelación. En lugar de quedarse esperando, decidió ir a su encuentro con la pequeña Marie, pero también este viaje fue accidentado. El Windward, el barco en el que viajaban, sufrió un accidente con un iceberg que las obligó a pasar el invierno en Ellesmere (la más septentrional de todas las islas del Archipiélago Ártico Canadiense, e integrante del grupo de las Islas de la Reina Isabel). Encontrándose allí, llegó hasta ella una noticia también difícil de encajar: al parecer, su marido mantenía una relación con una mujer inuit, llamada Allakasingwah. Se cree que el hijo ilegítimo que Robert tuvo con ella se habría llamado Kali, siendo su historia recuperada por los medios estadounidenses en los años 60 del siglo pasado, y siendo objeto de un libro y un documental. Como buena esposa decimonónica, Josephine no abandonó a su marido, llegando a convivir con él y Allakasingwah.

Josephine, además de vivir aventuras árticas, también fue pionera de la etnografía. Fue gracias a sus libros, escritos tras la convivencia con aquellos pobladores del norte, como se conocieron los usos y costumbres de los Inuit, los mal llamados esquimales, palabra que se cree que en lengua algonquina podría significar devoradores de carne cruda, según el American Heritage Dictionary of the English Language y otros, aunque otras fuentes apuntan también a que podría significar cazador (o pescador) de los zapatos de nieve o el pueblo que usa otra lengua. En cualquier caso, en Canadá, donde viven parte de los Inuit, esquimal se considera despectivo. En 1903 escribió junto a su hija Children of the Arctic, donde se cuenta, apoyada por múltiples imágenes de la vida cotidiana del entorno y la época, la historia de Marie.

Toda su obra deja entrever la pasión de la autora por sus mundos helados. Aunque algunas de sus reflexiones sobre los pueblos con los que convivían serían hoy absolutamente políticamente incorrectas, Josephine se sorprendió por las duras condiciones de vida que llevaban. Se fijó especialmente en el pibloktoq, la histeria del Ártico (un trastorno, en teoría, ligado a la cultura pero que todavía hoy es muy controvertido existiendo un gran nivel de escepticismo respecto a él) que afectaba mayoritariamente a las mujeres. No parecía muy casual que ellas fuesen las más aquejadas por este mal, ya que sus vidas eran aun más duras que las de los hombres: eran maltratadas por sus maridos, las mujeres que enviudaban con hijos pequeños se veían obligadas a cometer infanticidios (la única forma de sobrevivir en el hielo era hacerlo solas; solas y con un niño pequeño las probabilidades de sobrevivir caían drásticamente) y, por si eso fuese poco, también los expedicionarios se aprovecharon de la ausencia de los hombres Inuit que se encontraban en diversas misiones, algunas auspiciadas por los primeros. Fue por ello que, a medida que fue conociendo a las indígenas, su visión sobre ellas fue cambiando… a mejor. Un dato muy representativo retrata a Josephine: cuando Allakasingwah enfermó, se aseguró de que si moría (cosa que finalmente no sucedió), le entregaran el niño para que no sufriera la ley del hielo.

En 1909, Robert Peary conseguía por fin su objetivo, alcanzar el Polo Norte, aunque este hecho sería ampliamente discutido más tarde. Cook había reivindicado esa conquista un año antes, aunque poco después se dijo que su expedición se había quedado muy lejos del objetivo. Todo el mérito recayó sobre Robert que era, entre otras cosas, mucho más mediático. En la actualidad, sin embargo, también hay muchas dudas de que este último llegase primero. Tras su gesta volvió a Washinton junto a Josephine, para retirarse dos años después. Tuvieron otro hijo, Robert Jr., y continuaron juntos hasta la muerte de Robert en 1920. Esos años vivieron entre Washington e Eagle Island, en Casco Bay, Maine, donde establecieron su residencia de verano. Eagle Island es actualmente un Monumento Histórico Nacional de los Estados Unidos, mantenido por el estado de Maine y los Friends of Peary’s Eagle Island (Amigos de la Eagle Island de Peary).

Josephine Peary entorno a 1913. Imagen: Wikimedia Commons

Pocos meses antes de la muerte de Josephine, la National Geographical Society le otorgaba la Medalla al Logro por su implicación incondicional al mundo de las expediciones árticas. Ella murió el 19 de diciembre de 1955. Sus restos fueron enterrados junto a los de su marido en el cementerio de Arlington, en Washington D.C. Ella siguió defendiendo hasta el final que su marido había conquistado el Polo Norte.

Su historia ha sido narrada en varios libros, como Todos los caminos llevan a los Polos. 20 historias de mujeres en las regiones frías, de Ana Alemany (2018), cuyo primer capítulo aborda las historias de Josephine Peary y Louise Arner Boyd. También fue llevada al cine por Isabel Coixet, con su película Nadie quiere la noche, de 2015.

Marie Ahniguito decía “mi padre nunca hubiera alcanzado el polo Norte si no hubiera sido por mi madre”. Pero la historia, a pesar de los libros y películas, todavía no ha otorgado el lugar que merece a Josephine, ni a mujeres como Tookymingwah, Mané, Tngwingwah o M’gipsu, de las que habla en sus libros. Sin ellas sus historias no habrían tenido lugar, o al menos no del mismo modo.


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Laura Alonso es Ingeniera Naval y Oceánica por la UDC. Viguesa de nacimiento, Ferrolana de adopción. Dedicada al Apoyo Logístico Integrado, la Gestión de la Innovación y el continuo aprendizaje por vocación. Puedes conectar con ella a través de TwitterLinkedIn.

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3 comentarios en “Josephine Peary y la conquista del Polo Norte

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