
El 3 de agosto de 1958 por primera vez en la historia un buque navegó a través del polo norte geográfico. Para ser exactos, lo hizo sumergido bajo el hielo del casquete polar. Se trataba del USS Nautilus de la US Navy, el primer submarino de propulsión nuclear. Pero la historia habría sido diferente si el submarino de «Hubert» Wilkins, también llamado Nautilus, hubiera tenido éxito 27 años antes.
Sir George «Hubert» Wilkins, explorador polar, ornitólogo, piloto, geógrafo y fotógrafo, nació el 31 de octubre de 1888 en la pequeña localidad australiana de Mount Bryan East, unos 175 kilómetros al norte de Adelaida. George era el más pequeño de los 13 hermanos de una familia de colonos y pastores de ovejas. Durante su juventud se formó en ingeniería, fotografía y cinematografía, además de aprender a volar. Todos estos conocimientos le valieron para emplearse en 1908 como uno de los primeros fotógrafos aéreos de los estudios Gaumont.
En plena edad de oro de la exploración polar, las habilidades de Wilkins le permitieron enrolarse en la fatídica Expedición Ártica Canadiense de Vilhjalmur Stefansson de 1913, marcada por la pérdida del Karluk, el principal barco de la expedición, y el fallecimiento de varios de los miembros de la misma. Pero a Wilkins, sin culpa alguna de los desastres de la expedidción, le sirvió para acercarse por primera vez a las regiones polares.
El estallido de la Primera Guerra Mundial llevó a Wilkins de vuelta a Australia, en donde se alistó en 1917 en el Australian Flying Corps, la división del ejército australiano responsable de las operaciones aéreas, con el rango de teniente segundo y nombrado fotógrafo de guerra. Entre las diferentes acciones militares en las que estuvo envuelto, destacan su rescate de soldados heridos en la Tercera Batalla de Ypres, por el que fue galardonado con una Cruz Militar, y, sobre todo, cuando tomó el control durante la Batalla del Hindenburg de un grupo de soldados americanos tras la muerte de sus oficiales hasta ponerlos a salvo, acción por la añadió una barra a su Cruz Militar.
El fin de la Gran Guerra devolvió a Wilkins al polo, aunque ahora sería al sur, como segundo al mando en la Expedición Imperial Británica a la Antártida de 1920 a 1922 y acompañando como naturalista a Sir Ernest Shackleton en la Expedición Shackleton-Rowett de 1921 a 1922, también conocida como la Expedición del Quest. Pero sus grandes éxitos en los polos serán por vía aérea, convirtiéndose en un pionero del uso de la aviación para la exploración polar y la investigación científica de lugares lejanos.

En marzo de 1927, junto con el piloto Carl Ben Eielson, Wilkins realizó un vuelo de exploración sobre la plataforma de hielo a la deriva al norte de Alaska, realizando el primer aterrizaje sobre el hielo en el polo. Entusiasmados por la proeza de Charles Lindbergh y su vuelo trasatlántico de mayo del mismo año, Wilkins y Eielson planearon cruzar el Ártico en aeroplano. Menos de un año después, el 15 de abril de 1928 los aventureros despegaron de Point Barrow (Alaska) y tras un vuelo de 20 horas sobre zonas casi todas ellas inexploradas, aterrizaron en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago Svalbard. Wilkins se llevó un doble premio tras este vuelo. Primero, fue nombrado caballero del Imperio Británico, y segundo, durante la fiesta de celebración en Nueva York de su nombramiento, conoció a la actriz australiana Suzanne Bennett, su futura esposa.

Las expediciones aéreas de Wilkins y Eielson continuaron, esta vez en el Polo Sur. En diciembre de 1928 despegaron desde isla Decepción recorriendo 970 kilómetros en el primer vuelo sobre la Antártida. Gracias a sus viajes de exploración Wilkins fue galardonado con la medalla del patrono de la Royal Geographical Society británica y la medalla Samuel Finely Breese Morse de la American Geographical Society, además de recibir el interés y la financiación del magnate de la prensa y los medios estadounidenses William Randolph Hearst, en cuyo honor Wilkins bautizó la Tierra de Hearst tras sobrevolarla en diciembre de 1928.
En 1930 «Hubert» Wilkins y su esposa Suzanne disfrutaban su luna de miel en el castillo de su amigo Lincoln Ellsworth en Lenzburg, Suiza. Tanto Wilkins como Ellsworth habían cruzado sobre el Polo Norte por el aire, Wilkins en 1927 como copiloto en el aeroplano de Eielson, y Ellsworth en 1926 como segundo al mando del Norge, el dirigible de Roald Amundsen. Juntos trazaron un nuevo plan: cruzar el Polo desde Noruega hasta Alaska bajo el hielo a bordo de un submarino equipado con laboratorios que les permitirían realizar estudios meteorológicos exhaustivos del Ártico y recopilar datos de interés académico y económico de gran importancia. Wilkins también veía potencial en los submarinos para crear una red de estaciones meteorológicas en las regiones polares, así como un medio de transporte de mercancías entre Europa y Norteamérica a través de una ruta más corta bajo el hielo del Ártico.
La idea se convirtió en realidad el año siguiente. El proyecto, bautizado como la Expedición Submarina Tras-Ártica Wilkins-Ellsworth, se financió con las aportaciones de los propios Wilkins (25.000 dólares), Ellsworth (70.000 dólares), el magnate Hearst (que compró los derechos en exclusiva de la historia por 61.000 dólares) y el Institución Oceanográfica de Woods Hole (35.000 dólares). La Armada ofreció a Wilkins un par de sus submarinos fuera de servicio en alquiler, el O-13 y el O-12. Aunque el O-13 estaba en mejores condiciones, Wilkins y Ellsworth dejaron que la superstición superara a la lógica y eligieron el O-12.
El O-12 (SS-73) había sido construido en Connecticut por la Lake Torpedo Boat en 1916, y había servido en la US Navy entre 1918 y 1924. Construido en origen para la navegación costera, el O-12 sufrió importantes modificaciones para enfrentarse a la aventura del Ártico. El ingeniero naval Simon Lake, responsable de construir algunos de los primeros sumergibles de la armada americana, se encargó de estas actualizaciones en el astillero de Mathis en Nueva Jersey. Lake instaló una sonda mecánica para evaluar el espacio libre que tenía el submarino debajo del hielo, un taladro capaz de atravesar hasta 4 metros de hielo y un pozo lunar en el lugar de la cámara de torpedos para facilitar la salida de los instrumentos científicos al exterior. Además, se instalaron a bordo diferentes equipos científicos de alta tecnología para las investigaciones a llevar a cabo.

Wilkins, Ellsworth y 17 tripulantes bajo el mando del capitán Sloan Danenhower dejaron el astillero de Mathis el 15 de marzo de 1931 con destino al astillero de la marina en Brooklyn. Los primeros problemas de la expedición aparecieron incluso antes de llegar a Nueva York. La primera etapa se retrasó por una tormenta que los obligó a hacer escala en el astillero de la marina de Filadelfia. Más tarde, durante su primera inmersión, el submarino se hundió y quedó atrapado en el lodo del fondo del estrecho de Long Island, aunque finalmente pudo emerger por sus propios medios. Y días después la tragedia golpeó a la expedición cuando el contramaestre Willard Grimmer cayó por la borda por las fuertes olas y falleció ahogado.

A pesar de todos estos contratiempos, el 24 de marzo de 1931 Lady Suzanne Bennett Wilkins, la esposa de Wilkins, bautizó el submarino con su nuevo nombre, Nautilus, en honor del sumergible de la novela de Julio Verne «Veinte mil leguas de viaje submarino», delante de una multitud entre la que se encontraba Jean Jules Verne, nieto del propio autor. Tras una batería de pruebas en la costa de Nueva Inglaterra, el 4 de junio de 1931 Wilkins y su tripulación abandonaron la seguridad de la costa americana y pusieron proa al Atlántico Norte.
Pero el antiguo O-12 no estaba preparado para la navegación en alta mar. Al tercer día de viaje una tormenta golpeó a la expedición. El mar estaba tan bravo que hasta Wilkins, la más experimentada de las personas a bordo, acabó mareado. El agua entró en el motor de estribor y lo inutilizó. Poco después, falló también el de babor. El Nautilus quedó a la deriva sin energía en medio de la tormenta. La tripulación emitió un SOS y dieciocho horas después fueron rescatados por el USS Wyoming, que se encontraba cruzando el Atlántico en un viaje de instrucción. El submarino fue remolcado hasta Irlanda y después a Inglaterra para realizar las reparaciones pertinentes.

Con dos meses de retraso sobre el plan previsto, el Nautilus partió de nuevo el 28 de junio hacia Noruega. En Bergen recogió al personal y diferente equipo científico de la misión y el 5 de agosto salió hacia el Polo Norte. Dos semanas después encontraron los primeros hielos, y el día 22, a 600 millas del Polo, decidieron proceder a la primera inmersión bajo el hielo del Ártico. Pero en ese momento el capitán Danenhower se dio cuenta de que los timones horizontales del submarino habían desaparecido. El buzo Frank Crilley evaluó los daños y confirmó que los timones habían sido dañados a propósito, lo que confirmaba las sospechas de Wilkins de que uno o más tripulantes intentaban sabotear la expedición al considerarla una misión suicida.

Sin los timones horizontales era imposible controlar el submarino una vez sumergido, lo que imposibilitaba el plan original de viajar bajo el hielo hasta Alaska. Pero Wilkins estaba decidido a hacer todo lo posible para aprovechar al máximo la expedición y realizar, al menos, aquellos experimentos que no requiriesen de una inmersión continuada. El 31 de agosto, llenando los cuatro tanques de lastre y trimando el submarino 2,5 grados, el Nautilus se colocó bajo una capa de hielo de un metro de espesor. Allí, la tripulación científica pudo tomar muestras del hielo, medir la salinidad del agua y la fuerza de la gravedad cerca del Polo.
El Nautilus alcanzó una profundidad máxima de 12 metros demostrando la posibilidad de cruzar el Ártico bajo el hielo, pero el empeoramiento de las condiciones climáticas y del propio submarino aconsejaba cancelar la misión. Incluso el propio Hearst escribió a Wilkins aconsejándole abandonar. El Nautilus llegó a Longyeartbyen, en el archipiélago Svalbard, el 8 de septiembre. El plan era continuar hasta Inglaterra, pero los daños eran tan grandes que la tripulación tuvo que recalar en Bergen de nuevo. Allí, Wilkins recibió permiso de la US Navy para hundir el O-12 en un fiordo de Noruega el 20 de noviembre de 1931.

Wilkins tuvo que enfrentarse a las más feroces críticas en su vuelta a los Estados Unidos. Aunque los experimentos científicos realizados habían sido un éxito, la expedición fue considerada un fracaso al no completar su objetivo de cruzar el Ártico hasta Alaska. Pero el explorador australiano había demostrado que un viaje así podía ser posible, algo que se demostró 27 años después, cuando el 3 de agosto de 1958 el submarino nuclear USS Nautilus navegaba bajo el Polo Norte geográfico.
Tras la expedición del Nautilus, Wilkins sirvió hasta la Segunda Guerra Mundial como responsable de las expediciones antárticas de los Estados Unidos, trabajando también como consultor y geógrafo de las fuerzas armadas americanas de vez en cuando. El 30 de noviembre de 1958, Sir George Hubert Wilkins fallecía en Framingham (Massachusetts). El submarino USS Skate depositó sus cenizas en el Polo Norte el 17 de marzo de 1959, siguiendo sus últimas voluntades.
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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Con más de 20 años de experiencia en el sector naval, desde 2013 edita y coordina el blog vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de LinkedIn.
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