En noviembre de 2019, un narco submarino fue interceptado por primera vez en Europa. Tras un viaje de 28 días y 9.000 kilómetros a través del Amazonas y el Atlántico, una operación policial apresó la embarcación que llegaba al viejo continente desde América Latina y detuvo a sus tres tripulantes. El sumergible finalizó su aventura hundido y abandonado en una playa de la costa gallega antes de ser recuperado por las autoridades.

El Che, nombre con el que fue bautizado el narco submarino, fue construido durante 2019 en un astillero clandestino en algún lugar de las selvas de Surinam o Guyana. Fabricado en poliéster y fibra de vidrio, sus veinte metros de eslora estaban divididos en cinco compartimentos, tres para los 20.000 litros de combustible necesarios para cruzar el Atlántico, otro para la zona del motor equipada con un sistema de ventilación y refrigeración y un quinto en el que se almacenaban los 3.068 kilos de cocaína transportada en 152 fardos, dormía la tripulación y desde el cual se manejaba el semisumergible. La embarcación contaba con un timón para su manejo, una brújula y teléfonos satelitales convencionales para las comunicaciones. Agustín Álvarez, un excampeón de boxeo español con conocimientos de navegación era el líder de la operación. Había llegado hasta ella desde España pasando por Brasil, aunque lo había hecho de rebote: en principio era otra persona la que iba a liderar la operación, pero se echó atrás en el último momento. Tras un cursillo acelerado de navegación fluvial y acompañado por dos ciudadanos ecuatorianos con experiencia marinera como tripulación, Luis Tomás Benítez Manzaba y Pedro Roberto Delgado Manzaba, partieron a bordo del Che la noche del 29 de octubre de 2019.

El submarino dejó la región de Leticia, al sureste de Colombia, e inició el descenso por el río Amazonas entre los manglares, la humedad y los mosquitos, sumergido dos metros por debajo del agua. Alcanzaron el Atlántico y todo parecía ir viento en popa hasta el 5 de noviembre, cuando llegó la lluvia, que ya no dejaría de acompañarlos durante el resto de la travesía. Tres temporales en dos días estuvieron a punto de hundir el sumergible. En su interior, sus tres ocupantes luchaban contra el mal tiempo en un ambiente irrespirable, alimentándose a base de latas de conserva, bollería industrial y bebidas energéticas. El submarino no contaba con un tanque de aguas negras, así que tenían que hacer sus necesidades en una bolsa. Los trajes de neopreno con los que realizaron todo el viaje les provocaban llagas en la piel. El 10 de noviembre los tubos de inyección de aire del motor se estropearon, y ante la incapacidad de repararlos fueron obligados a abrir la escotilla unas horas cada día para ventilar el interior de la embarcación, aumentando el riesgo de ser descubiertos.
Tras diecisiete días de viaje y casi 5.000 kilómetros, cerraron la primera etapa del viaje alcanzando las islas Azores. Desde allí pusieron rumbo a un punto a 270 millas mar adentro de Lisboa, en donde se realizaría el desembarco de la droga a otras embarcaciones y se hundiría el narco submarino. Pero una de las planeadoras que tenían que ir a su encuentro tuvo un fallo en el motor y el equipo de recogida nunca llegó. Las nuevas instrucciones fueron que pusieran rumbo a Galicia, pero las autoridades internacionales detectaron sus comunicaciones y se pusieron en su búsqueda, suponiendo que se trataba de un velero o un buque de carga, lo que les permitió alcanzar las costas gallegas sin ser detectados. Agustín pasaba los veranos de niño en la ría de Aldán, una pequeña ría entre las de Pontevedra, al norte, y Vigo, al sur. La idea era hundir el submarino en una pequeña cala a ocho metros de profundidad, con la intención de volver más adelante a por el cargamento de droga. En la madrugada del 24 de noviembre los tres tripulantes abandonaron el submarino, pero toda la maniobra fue observada por una patrulla de la Guardia Civil con medios de visión nocturna. El mismo día los dos ecuatorianos fueron detenidos y Agustín lo sería cinco días después tras permanecer escondido en una casa cercana.

Dos días después el narco submarino era remolcado hasta el puerto de Aldán para ser sacado del agua mediante grúas. La captura de la embarcación constataba la sospecha que las autoridades manejaban desde hacía tiempo, que al igual que en el Caribe, los narco submarinos operaban en las costas europeas. Tras el juicio y tras declararse culpables, Agustín y los primos Manzaba esperan sentencia en prisión, una condena que podría mantenerlos en la cárcel entre 12 y 13 años. Los dueños de la droga y los narcotraficantes responsables del envío no han sido identificados y siguen en libertad, seguramente organizando nuevos envíos submarinos.
El pasado viernes Amazon Prime Video estrenaba en exclusiva la miniserie hispano-portuguesa de cuatro capítulos “Operación Marea Negra”, basada en el libro homónimo del periodista Javier Romero. Dirigida por Daniel Calparsoro, Oskar Santos y Joao Maia con guión de Patxi Amezcua y Natxo López, que lleva a la ficción la historia del narco submarino de Aldán. La mini serie está protagonizada por Álex González junto a Nerea Barros, Nuno Lopes, Miquel Insua o Luis Zahera. Además, el próximo 11 de marzo llegará a la plataforma la serie documental “Operación Marea Negra: La travesía suicida”, dirigida por el cineasta colombiano Luis Avilés.
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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.
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