
Claudio Montero y Gay es uno de los naronenses más relevantes de la historia. Con una vida dedicada a la Armada pasada casi en su totalidad en el archipiélago filipino, el coruñés destacó tanto en su papel de hidrógrafo, siendo responsable de la mayor parte de las cartas náuticas de las Filipinas, como en el de naturalista, recogiendo y dejando para la posteridad una colección de 3.000 conchas marinas que hoy en día podemos disfrutar en el Museo de Historia Natural de Ferrol.
La casa San Román es uno de los emblemas de Xubia, en el concello coruñés de Narón. Sus más de 700 metros cuadrados coronados por su icónico tejado de zinc, su interior era tan espectacular como sus exteriores, aunque en los últimos años ha sido presa del abandono y ha perdido parte de su porte original. La casa, de más de 150 años de antigüedad, recibe su nombre de uno de sus primeros habitantes, el médico, farmacéutico y empresario José San Román Montero (1858 – 1933), concejal de Ferrol en varias ocasiones, diputado provincial, vicepresidente y presidente del Casino Ferrolano, vinculado a los inicios de la electrificación con la Eléctrica Popular Ferrolana, a los primeros teléfonos y a la compañía de vapores que cubría la línea entre Ferrol y Coruña.

José San Román recibió la casa de su tío materno, el marino, hidrógrafo y naturalista Claudio Montero y Gay (Xubia, actual Narón, 1824 – Madrid, 1885). La vida de Montero y Gay está ligada desde su juventud hasta su muerte a la Armada española. Con tan solo quince años ingresó como guardiamarina de 2.ª Clase y un año después formó parte de los trabajos hidrográficos dirigidos al levantamiento del plano del puerto de Santander, trazado por el hidrógrafo Antonio Arévalo para el Depósito Hidrográfico, organismo dedicado a fomentar la cartografía náutica. Sus conocimientos de hidrografía se ampliaron embarcando en diversos buques de la Armada como el vapor Isabel II, el bergantín Plutón, o las fragatas Cristina y Cortés, en los que navegó todas las costas de la Península Ibérica entre 1841 y 1845. Tras su ascenso a alférez de navío, fue destinado al apostadero de Filipinas, en donde transcurrió casi toda su carrera militar.

En sus primeros años en el archipiélago asiático, Montero y Gay alternó sus estudios hidrográficos con acciones militares contra los piratas y la resistencia local. En febrero de 1848 participó en la operación contra la piratería y la toma de Balanguingui, al mando de las lanchas de transporte y de tres de los botes de los vapores Elcano y Reina de Castilla de la flota colonial. Tres años después, ya como teniente de navío, participó en la toma de Joló. En junio de 1854, el ministro de Marina, una vez revisado el expediente instruido por los trabajos hidrográficos de Montero y Gay en las Filipinas, entre los que se encontraban la carta esférica de Calamianes, Cuyo y Semerara o el plano del puerto de Log, comunicó al comandante general del apostadero que «se va a proceder a la tirada de planchas, por el Depósito Hidrográfico, y por lo bien levantadas que están las cartas, se ha determinado que se facilite al teniente de navío Montero, cuanto necesite para establecer una Comisión Hidrográfica bien ordenada que proporcione el levantamiento de una colección de cartas completas del archipiélago», dando lugar al nacimiento oficial de la Comisión Hidrográfica de Filipinas, y al nombramiento de Claudio Montero como responsable de la misma.

Las órdenes de Montero eran continuar los trabajos hidrográficos iniciados por la Armada en el archipiélago durante los años anteriores y levantar una colección completa de cartas y planos de las costas filipinas. Tras cinco años de duro trabajo,Montero decidió presentar al Ministerio de Marina un plan de reorganización de la comisión, por el cual la Comisión Hidrográfica de Filipinas quedó dividida en dos partes: la sección principal al mando de él mismo, ascendido a capitán de fragata, a bordo del vapor Reina de Castilla, y una subcomisión a las órdenes del teniente de navío Manuel González Roldan, embarcada en la goleta Nuestra Señora del Carmen. Entre 1856 y 1899, la Dirección de Hidrografía publicó treinta y cinco cartas náuticas del archipiélago filipino, todas ellas levantadas durante el tiempo en que Montero estuvo al frente de la comisión.

Montero y Gay no regresó a la metrópoli hasta 1869, con motivo de su nombramiento como jefe de la Sección de Hidrografía y Establecimientos Científicos del Ministerio de Marina, habiendo ocupado el cargo de mayor general del apostadero de Filipinas apenas un año desde su ascenso a capitán de navío a finales de 1868. Con 47 años de edad, en 1871 y a propuesta del Ministerio de Ultramar, Claudio Montero entró a formar parte del Consejo de Filipinas, del que llegaría a ser vicepresidente. Ocho años en la península fueron suficientes para el marino, que en 1877 volvió al archipiélago como gobernador político-militar de Mindanao y comandante de la División Naval del Sur de las Filipinas. Pero problemas de salud le obligaron tan solo unos meses después a dimitir de ambos cargos y volver a España. Con la salud recuperada, Montero retornó a la Armada, primero como comandante de la fragata Arapiles y después como jefe de la Sección de Personal del Ministerio de Marina. En 1881, ascendido a contraalmirante, fue nombrado segundo jefe del apostadero de La Habana, en la isla de Cuba, y comandante general de su Arsenal. De vuelta de nuevo en la península y poco antes de fallecer en 1885 a los 61 años de edad, Montero fue nombrado vocal de la Junta de Reorganización de la Armada y consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina.
Durante sus destinos tanto en las Filipinas como en Cuba, Montero tuvo la oportunidad de desarrollar también su carrera de naturalista, estudiando y recogiendo sistemáticamente conchas marinas. Su colección, de cerca de 3.000 ejemplares, que incluye también algunas especies terrestres, muestra la diversidad de ambas regiones, e incluye especies hoy en día extintas o muy raras de conseguir. La colección de conchas de Montero, al igual que la casa de Xubia, fue heredada por la familia San Román. Y 118 años después del fallecimiento del naturalista, la colección fue donada por la familia a la Sociedade Galega de Historia Natural, y hoy en día forma parte del museo de la sociedad en Ferrol, en donde se expone junto con otras joyas de la colección, como un calamar gigante, varios raros tiburones o el esqueleto de una ballena común de 18 metros de largo.

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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Con más de 20 años de experiencia en el sector naval, desde 2013 edita y coordina el blog vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de LinkedIn.
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