El Istanbul Bridge abrió la ruta marítima entre China y Europa a través del Ártico. Una noticia estupenda para el comercio mundial, pero horrible para el medio ambiente del Ártico

Tras un recorrido de 18 días, dos más de lo esperado por culpa del mal tiempo encontrado en Noruega, el portacontenedores “Istanbul Bridge” alcanzó la terminal de Felixstowe en Reino Unido el pasado 13 de octubre tras partir del puerto chino de Ningbo-Zhoushan. La novedad de su viaje es que el “Istanbul Bridge” no cruzó el canal de Suez ni dio la vuelta por el cabo de Buena Esperanza, sino que realizó su trayecto cruzando las aguas árticas del norte de Rusia, inaugurando la nueva ruta “China-Europe Arctic Express” de la naviera Sea Legend que acorta el viaje en al menos 2.700 millas náuticas, una estupenda noticia para el comercio mundial pero horrible para el cuidado del medio ambiente en una región tan sensible como el Ártico.

La glacióloga Moira Dunbar, rompiendo el hielo hacia el Ártico

Los rompehielos, al igual que el resto de los buques (en general) han ido ganando con los años en dimensiones y potencia y, por ende, en capacidades. Sin embargo, exitió en 1969 un rompehielos que jamás fue superado en tamaño. Se trataba del SS Manhattan, realmente un petrolero reconvertido, que contó en sus pruebas a través del Ártico con una participante de excepción: Moira Dunbar, una glacióloga escocesa trabajando para Canadá.