
Durante tres años, entre el 968 y el 970, un grupo de cientos de vikingos liderados por el Rey del Mar Gunderedo arrasó Galicia, desde Britonia hasta O Courel, sin que nadie pudiera hacerles frente. Hasta que inesperadamente encontraron el final a sus muertes y saqueos en la ría de Ferrol.
Vikingos. Solo con leer su nombre nos vienen a la cabeza los valerosos pueblos del norte, temidos invasores que partiendo desde Escandinavia a finales del siglo VIII fueron capaces de llegar a tierras tan lejanas como el Caspio, el sur de la península Ibérica o incluso las costas de la actual Canadá. Y si lo hicieron, fue en gran medida gracias a sus competencias como grandes marinos y a sus barcos, cuyo mayor exponente fue el drakkar.
Los drakkar eran embarcaciones largas, estrechas, ligeras y de poco calado, muy útiles para navegar en la costa o en ríos, con remos en ambos costados todo a lo largo de la eslora. Su tamaño oscilaba entre embarcaciones pequeñas de 10 tripulantes hasta otras capaces de transportar ganado o caballos. El drakkar más grande encontrado hasta ahora es el descubierto en el puerto de Roskilde, de 35 metros de eslora. Su forma simétrica permitía cambiar el sentido de la marcha sin virar la embarcación, lo que las hacía particularmente útiles navegando entre el hielo.

Aunque en un inicio su propulsión contaba tan solo con la fuerza de sus remeros, poco a poco fueron introduciendo el uso de una sola vela rectangular hecha de lana y reforzada con cuero colgada del único mástil de la embarcación. En condiciones favorables de viento, un drakkar podía alcanzar los 17 nudos de velocidad. Un remo en popa hacía de timón y dirigía la nave.
El diseño de los drakkars tiene su origen en los umiak del pueblo Inuit, pequeñas embarcaciones abiertas hechas de pieles. Construidos en madera, normalmente roble, los drakkars no tenían cuadernas. Su casco trincado se construía uniendo planchas de madera unas con otras y utilizando musgo, lana u otro pelo de animales con brea para tapar las juntas de unión y asegurar la estanqueidad. En las islas Lofoten noruegas algunos barcos de pesca siguen construyéndose siguiendo estas técnicas.

Lo más llamativo de un drakkar, y que a la postre le dio su nombre, eran sus proas, decoradas con piezas de madera tallada con formas de animales, aunque casi siempre dragones o serpientes, con la idea de infligir terror en sus enemigos, además de servir para alejar a los monstruos marinos de la mitología nórdica. El plural de la palabra islandesa dreki (dragón), drekar, acabó derivando en drakkar, y así el mascarón de proa de la embarcación acabó denominando a toda la nave.
Los drakkar eran embarcaciones tremendamente marineras, que, unidas a la pericia de los marineros escandinavos, permitieron la expansión vikinga por toda Europa, el norte de África, el oeste de Asia e incluso Norteamérica. Su velocidad les permitía cruzar el mar del Norte y llegar a las islas Británicas en pocos días. Además, su poco peso y escaso calado las hacían perfectas para acercarse a la costa y desembarcar rápidamente, así como ser fácilmente transportadas por tierra.
Doscientas de estas temibles embarcaciones normandos franceses, noruegos y daneses a bordo llegaron a Galicia en el año 968 comandadas por el Rey del Mar vikingo Gunderedo (también conocido como Gunrod, Gudrød, Gunther o Guðrǫðr en nórdico antiguo). Habían sido convocados por el duque de Normandía, Ricardo I, en su lucha contra el rey de Francia, Lotario. Pero una vez asegurada la victoria, las tropas vikingas se convirtieron en un problema de convivencia para el duque.

En ese tiempo las peregrinaciones a Santiago de Compostela, comenzadas un siglo antes, habían convertido a la ciudad en un referente religioso, y la fama de sus riquezas y las de las tierras de Galicia se había corrido por todo el orbe conocido. Así que Ricardo I consiguió sacarse a Gunderedo y sus hombres de encima invitándolos a partir a la conquista de todas esas riquezas.
En su camino al noroeste de la península la flota vikinga se dividió en dos. La mitad de ella desembarcó en la Mariña lucense arrasando la diócesis de Britonia, aunque sin poder conquistar Lugo gracias a la defensa de la ciudad del obispo Hermenegildo II. La otra mitad, al mando de Gunderedo, se dirigieron hacia Santiago. Tras internarse en la ría de Arousa y desembarcar en en el puerto de Iuncariae (Xunqueira), cerca de la actual Catoria, tomaron Iria Flavia y sitiaron Compostela.
El obispo Sisnando II, al mando de las tropas de la ciudad, se enfrentó al invasor el 29 de marzo del 968 en la batalla de Fornelos, entre Padrón y Compostela, cayendo derrotado y muerto tras ser atravesado por una flecha vikinga. Sin embargo, la ciudad estaba bien defendida por una empalizada y un foso, lo que imposibilitó la conquista de la misma por las fuerzas normandas. Descartada la toma de Santiago, los vikingos camparon durante casi tres años a sus anchas por Galicia saqueando todos los pueblos, iglesias y monasterios que encontraron a su paso, llegando hasta O Courel y O Cebreiro.
En el año 970, cargados con un gran botín y un importante número de prisioneros que planeaban vender como esclavos, decidieron retornar a su tierra. Para ello pusieron rumbo a la ría de Ferrol, en donde les esperaban fondeadas sus naves. Pero allí les esperaba una sorpresa. El nuevo obispo de Compostela, San Rosendo, había organizado un ejército al mando del conde Gonzalo Sánchez, jefe de la defensa de la frontera contra los musulmanes. Gunderedo pereció en la batalla y la mayoría de sus vikingos fueron derrotados y masacrados y sus naves incendiadas.

Unos cuantos supervivientes pudieron huir y poner rumbo al sur, en donde continuaron saqueando a lo largo de la costa portuguesa entre la desembocadura del Duero y Santarem. El fin de Gunderedo tampoco acabó con los actos de piratería y saqueo de las tierras gallegas por los vikingos. El terror volvió unos pocos años después de la mano de Ulf “el gallego”, aunque esa es otra historia.
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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.
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