La expedición perdida de Franklin movilizó una de las mayores operaciones de búsqueda y rescate de la historia. Entre todos los buques enviados al Ártico, el espíritu de uno de ellos, la bricbarca Resolute, pervive todavía convertido en uno de los muebles más icónicos del Despacho Oval de la Casa Blanca.

Mayo de 1845. Los dos mejores buques de exploración ártica de la época, el Erebus y el Terror, partían del puerto de Greenhithe con Sir John Franklin al mando con la intención de atravesar y explorar el último tramo del Paso del Noroeste y encontrar una ruta navegable entre el Atlántico y el Pacífico a través del Ártico.
La expedición Franklin era la mejor aprovisionada de todas las enviadas al Ártico. Entre ambos buques sumaban 129 hombres, y provisiones para tres años formadas por 24 toneladas de carne, 35 toneladas de harina, dos toneladas de tabaco, 7.560 litros de licor y 8.000 latas de comida en conserva, además de dos buenas bibliotecas que contaban con más de 1.000 libros entre las dos. A bordo se encontraban los más modernos instrumentos científicos y de navegación, cámaras fotográficas e incluso un órganillo por buque.
La última vez que fueron vistos fue el 28 de julio de 1845 en la bahía de Baffin por los balleneros Prince of Wales y Enterprise. Nada se supo de ellos durante los tres años siguientes, y sólo gracias a la presión ejercida por Lady Jane Franklin, la esposa de Franklin, se organizaron expediciones de búsqueda y rescate a partir de 1848.

En esa época el Almirantazgo no contaba con suficientes buques militares hábiles para navegar en las heladas aguas del Ártico. En en el periodo entre 1848 y 1850 se vio obligado a adquirir hasta seis buques mercantes para transformarlos en buques de exploración, entre ellos la bricbarca Ptarmigan, de tres palos y 35 metros de eslora que había sido construida por T&W Smith en Newcastle en 1849. Comprada por el Almirantazgo en febrero de 1850, fue rebautizada un mes más tarde como Resolute. El buque fue adaptado para el servicio ártico en Blackwall Yard, reforzando su casco, instalando un sistema de calefacción interno y colocando un oso polar como mascarón de proa.
Al mando del explorador Sir Horatio Thomas Austin, la Resolute partió en busca de Franklin junto con la Assistance, la Pioneer y la Intrepid. Aunque la misión no cumplió su objetivo, ya que tan solo encontraron rastros del primer campamento de invierno de la expedición en la isla de Beechey, las expediciones organizadas por Austin sirvieron para cartografiar vastas áreas del Ártico, como las islas de Bathurst, Byam Martin o Melville.
En 1852 se organizó la última de las grandes expediciones en busca del Erebus y el Terror. Mientras los buques Investigator y Enterprise continuaban en el Ártico buscando a Frankiln como parte de una expedición anterior, la flota encabezada por la Resolute había retornado a Inglaterra para aprovisionarse para volver de nuevo al norte americano. A los cuatro buques que habían partido en 1850 se les unió ahora la HMS North Star, y Sir Horatio Thomas Austin fue sustituido al mando de la expedición por Sir Edward Belcher, que a su total inexperiencia en el Ártico unía su reputación de ser el hombre menos popular de la marina.

Los cinco barcos partieron de Inglaterra en abril de 1852, con instrucciones de separarse al llegar a la isla de Beechey, de tal manera que la Assistance y la Pioneer se dirigieron al norte a través del canal de Wellington en busca de Franklin mientras que la Resolute y la Intrepid pusieron rumbo al oeste hacia la isla de Melville en busca del Investigator y la Enterprise y alguna pista del paradero de Franklin. La North Star permaneció en la isla de Beechey haciendo funciones de base de suministros para los demás buques.
Aunque la Resolute no encontró ni a la Enterprise ni a la perdida expedición de Franklin, si encontró al Investigator y su tripulación atrapados en el hielo en abril de 1853. Abandonando el Investigator, dado que no estaba en condiciones de navegar, la Resolute y el Intrepid pusieron rumbo hacia la base de la isla de Beechey, pero en agosto de 1853 ambos barcos quedaron también atrapados en el hielo ártico. Aunque los barcos y sus tripulaciones se mantenía en buenas condiciones, Belcher ordenó en febrero de 1854 desembarcar a todos los hombres y dirigirse caminando a través de cientos de kilómetros sobre el hielo hacia la base.

La Assistance y la Pioneer habían sido abandonadas también entre el hielo del canal de Wellington, así que las tripulaciones de los cinco buques de la expedición, más los rescatados del Investigator, partieron en agosto de 1854 rumbo de vuelta a Inglaterra repartidos a bordo de la North Star y dos buques que habían llegado en su auxilio, el HMS Phoenix y el HMS Talbot. Belcher tuvo que enfrentarse a una corte marcial por haber dejado hasta cuatro buques abandonados en el Ártico y nunca volvió a recibir un mando naval. Aunque el gobierno británico anunció en la London Gazette que los buques abandonados seguían siendo propiedad de la corona, el Almirantazgo, cansado y frustrado, ni siquiera intentó el rescate de ninguno de ellos.
Un par de años más tarde, en septiembre de 1855, el capitán John Buddington, al mando del ballenero George Henry, se encontraba en su segunda campaña en el Ártico. Tan lucrativa había sido la primera, que le habían contratado para dos más. Pero esta vez la suerte le había sido esquiva y había tenido que poner rumbo a su puerto base de New London (Connecticut) al fracasar en su intento de cruzar el estrecho de Davis entre Groenlandia y Canadá debido al hielo.
Pero cuando llevaban una semana de viaje de vuelta, el 10 de septiembre de 1855, se encontraron con un buque en la costa de la isla de Baffin. Le enviaron señales pero nadie respondía. Tardaron cinco días en cruzar el hielo hasta el buque fantasma y cuatro hombres fueron enviados a inspeccionarlo. No había nadie a bordo, aunque en las mesas había platos de comida y vasos de vino a medio beber. Habían encontrado la Resolute, más de 1.500 kilómetros al sur del lugar en el que había sido abandonada. Escorada a estribor, con agua en su bodega y parcialmente congelada, pero todavía capaz de navegar. Tres meses y medio más tarde, la Nochebuena de 1855, la Resolute entraba navegando en el puerto de New London.

Aunque la mayoría de las expediciones en busca de Franklin habían partido desde Inglaterra, había un hombre que había financiado por su cuenta dos partidas en la búsqueda del Erebus y el Terror. Se trataba del filántropo Henry Grinnell, que desde su retirada de los negocios en 1850 se había mostrado interesado en el paradero de Franklin, manteniendo correspondencia regular con Lady Franklin y otras personas interesadas en resolver el misterio. La primera de las expediciones financiadas por Grinnell se realizó en 1850, cuando el millonario compró y envió dos embarcaciones al Ártico, la Rescue y la Advance sin éxito. Entre 1853 y 1855 la Advance volvió al Ártico, pero el buque terminó como muchos otros atrapado en el hielo y finalmente abandonado sin noticias de Franklin, sus barcos o su tripulación.
Grinnell vió en la Resolute una oportunidad para limar asperezas entre los recientes EE.UU. y su antigua metrópolis, muy dañadas tras la guerra de Independencia (1775-1783) y la guerra anglo-estadounidense de 1812. Su plan pasaba por que el gobierno de los EE.UU. comprara la Resolute a los rescatadores de la misma, para luego regalársela a Inglaterra como gesto de buena voluntad. Además, esperaba que una vez devuelta, la Resolute volviera al Ártico en busca de Franklin.
El gobierno de los Estados Unidos se hizo con el barco por 40.000 dólares de la época, y durante meses se trabajó para devolverlo a su estado original. El 13 de noviembre de 1856 la Resolute partió del puerto de Nueva York, llegando el 12 de diciembre a la isla de Wight. Durante las siguientes semanas, cientos de curiosos se acercaron para verla y festejar su retorno. Incluso la propia Reina Victoria, junto con el Príncipe Consorte Alberto y otros miembros de la realeza, subió a bordo del buque. La monarca aceptó el regalo, pero a pesar de las presiones de Grinnell y Lady Franklin para que volviera al Ártico, la Resolute nunca abandonó las costas de Inglaterra, sirviendo a la Royal Navy durante 23 años más hasta su baja en 1879.

Tras su baja el buque fue enviado al Chatham Dockyard de Chatham-Kent para su desguace. A la par, se abrió un concurso para diseñar y construir un mueble con la madera de la Resolute, que la Reina Victoria entregaría como regalo al Presidente de los Estados Unidos, en gratitud por el rescate y la devolución del barco. Los ganadores fueron Morant, Boyd, & Blanford, que encargaron la fabricación de un escritorio de casi 600 kilos de peso al maestro carpintero William Evenden.
El escritorio Resolute llegó a la Casa Blanca en noviembre de 1880. El presidente Rutherford B. Hayes fue el primero en utilizarlo. Todos los presidentes americanos, excepto Lyndon Johnson, Richard Nixon y Gerald Ford lo han utilizado desde aquella, bien en el Despacho Oval (siete de ellos) o bien en su estudio privado de la Residencia Ejecutiva. El escritorio ha sido modificado dos veces, la primera en 1945 para añadir una puerta en su frente con la que tapar los aparatos ortopédicos de las piernas de Franklin Roosevelt, y la segunda en 1986 para añadirle unas calzas, ya que Ronald Reegan se golpeaba las rodillas al utilizarlo.

Otros dos muebles se fabricaron de la madera de la Resolute. El primero,el escritorio Grinnell, fue enviado a la viuda de Henry Grinnell como reconocimiento a la contribución de su marido en la búsqueda de Franklin. Desde 1983 forma parte de la colección del New Bedford Whaling Museum en New Bedford (Massachusetts). El segundo, se entregó a la Reina Victoria, que lo utiizó en su yate HMY Victoria and Albert. Además se han realizado diversas réplicas del escritorio de la Casa Blanca, entre ellas una fabricada en 1978 que se muestra en la John F. Kennedy Presidential Library de Boston (Massachusetts).
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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.
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