El Saint Michel III y las visitas de Julio Verne a Vigo

“El capitán Nemo pareció haber concluido su relato que, lo confieso, no veía yo en qué podía interesarme.

–  ¿Y bien? le pregunté.

– Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo, y sólo de usted depende que pueda conocer sus secretos.

El capitán se levantó y me rogó que le siguiera. Le obedecí, ya recuperada mi sangre fría. El salón estaba oscuro, pero a través de los cristales transparentes refulgía el mar. Miré.

En un radio de media milla en torno al Nautilus las aguas estaban impregnadas de luz eléctrica. Se veía neta, claramente el fondo arenoso. Hombres de la tripulación equipados con escafandras se ocupaban de inspeccionar toneles medio podridos, cofres desventrados en medio de restos ennegrecidos. De las cajas y de los barriles se escapaban lingotes de oro y plata, cascadas de piastras y de joyas. El fondo estaba sembrado de esos tesoros. Cargados del precioso botín, los hombres regresaban al Nautilus, depositaban en él su carga y volvían a emprender aquella inagotable pesca de oro y de plata.

Comprendí entonces que nos hallábamos en el escenario de la batalla del 22 de octubre de 1702 y que aquél era el lugar en que se habían hundido los galeones fletados por el gobierno español. Allí era donde el capitán Nemo subvenía a sus necesidades y lastraba con aquellos millones al Nautilus. Para él, para él sólo había entregado América sus metales preciosos. Él era el heredero directo y único de aquellos tesoros arrancados a los incas y a los vencidos por Hernán Cortés.”

Veinte mil leguas de viaje submarino (Julio Verne, 1869)

Así contaba el famoso Julio Verne en el capítulo “La bahía de Vigo” de su novela Veinte mil leguas de viaje submarino como el 18 de febrero de 1868, el Nautilus del capitán Nemo se adentraba en las aguas de la ría de Vigo para rescatar parte de los tesoros de los galeones hundidos durante la batalla de Rande del 23 de octubre de 1702, que en el contexto de la guerra de sucesión española enfrentó a las escuadras de las coaliciones anglo-holandesa e hispano-francesa, y en la que varios galeones españoles cargados con el mayor envío de tesoros procedentes de América acabaron en el fondo del mar arrastrando con ellos sus preciados cargamentos. En el momento de escribir la novela, Verne no había visitado jamás la ciudad gallega, pero sí lo hizo en más adelante, hasta en dos ocasiones, a bordo de su yate Saint Michel III.

El mar siempre fue una de las grandes pasiones de Julio Verne. Tras el éxito de sus primeras historias, Verne cambió París por un pequeño pueblo de pescadores llamado Le Crotoy, en la costa norte de Francia. Allí adquirió su primera embarcación en 1868, un pequeño yate con formas de pesquero de 9 metros de eslora por 2,5 de manga, bautizado Saint Michel en honor a su hijo. A bordo el escritor francés realizaba pequeñas excursiones alrededor de la costa francesa, y en él finalizó el primer volúmen de Veinte mil leguas de viaje submarino

En 1870, con el estallido de la guerra franco-prusiana, Verne y el Saint Michel son movilizados como guardacostas, junto a una tripulación de doce veteranos de la guerra de Crimea y un viejo cañón que sólo servía para lanzar salvas en caso de avistar un buque enemigo. Los meses dedicados a la patrulla en el canal de la Mancha y el mar del Norte le permitieron finalizar sus novelas Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral y El país de las pieles.

El Saint Michel en un dibujo del propio Verne

Ocho años después, en 1876, y gracias a las ganancias obtenidas por la adaptación teatral de Veinte mil leguas de viaje submarino, Verne se hizo con su segundo barco. El Saint Michel II, construido en los astilleros de Abel Le Marchand de El Havre, con 13 metros de eslora y 4 de manga. Durante un año y medio Verne disfrutó de su nuevo yate viajando por las costas de Inglaterra, Escocia, Escandinavia y Alemania.

Réplica moderna del Saint Michel II

Pero en menos de un año el Saint Michel II se le quedó ya pequeño y le llegaron noticias de que el marqués de Préaulx había puesto a la venta su recién estrenado lujoso yate a vapor y vela Saint Joseph, construido en Nantes por el astillero Jollet & Babin. Adquirido por el marqués por 100.000 francos de la época, Verne se hizo con el yate en noviembre de 1877 por 55.000 francos, financiando parcialmente la compra mediante la venta del Saint Michel II. 

El nuevo barco es bautizado por Verne, como no, como Saint Michel III. Se trataba de un yate a vapor y a velas de 31 metros de eslora por 4,5 metros de manga y 2,9 de calado, con casco de acero, dos palos y capaz de alcanzar los 10 nudos funcionando a vapor, con una tripulación de 10 personas entre las que se incluían marineros, mecánicos y un cocinero. En el yate estaba equipado con todo el lujo y confort de la época, con cocina y comedor, un salón con muebles de caoba, y camarotes para los pasajeros y la tripulación.

Planos del Saint Michel III

En 1878 Verne realizó su primer gran viaje a bordo del Saint Michel III, partiendo en mayo hacia el Mediterráneo. Aunque la primera escala programada del viaje era Lisboa, el mal tiempo hizo que Verne y su tripulación decidieran resguardarse en la ría de Vigo. El sábado 1 de junio de 1878 el Saint Michel III dejaba atrás las islas Cíes y se internaba en la ría de Vigo por su boca norte, mientras que por el sur lo hacía la fragata francesa Flore. 

La fama de Verne lo precedía, y las autoridades viguesas lo recibieron a él y sus acompañantes, su hermano Paul, su sobrino Maurice, el diputado Raoul Duval y el hijo de su editor, Louis-Jules Hetzel, con honores. En aquella época la Celebración de la Reconquista, fiesta en la que se conmemora el alzamiento popular del 28 de marzo de 1809, cuando las tropas francesas del ejército de Napoleón salieron de la ciudad expulsadas por los vigueses se celebraba el primer fin de semana de junio. Verne anotó en su cuaderno de viaje: «Fiesta por la independencia recobrada en 1809 sobre los franceses. Fuegos de artificio. Música. Admisión al Casino. Iglesia reciente, murmullos, no hay sillas».

Por la noche, Verne y sus acompañantes, incluyendo al comandante de la Flore, disfrutaron de una verbena en el Campo de Granada, la actual Praza do Rei, con banda de música y pirotecnia. El diputado Duval relataría: «En el lugar de la fiesta, muy bien iluminada con farolillos; hay una multitud tan grande que parece que estamos en una ciudad de 150.000 almas cuando en realidad son 15 o 16.000 (…) Hay dos bandas de música subidas sobre tarimas, fuegos artificiales de los más bellos, cantidad de bombas de todo tipo, tres obras montadas sencillamente cada una de ellas como un drama en varios actos con cambios de decorado a la vista».

El día siguiente, Verne fue invitado por el comandante de la Flore a recorrer la ría en una embarcación auxiliar de la fragata, visitando el escenario de la Batalla de Rande que él mismo había descrito diez años antes. Entre las anotaciones del autor se puede leer: «Domingo, 2 de junio. Paseo matinal a las 6 horas con Pierre. Barco de vapor. Fondo de la bahía. Galeones. Vista. Un verdadero fiordo. Graneros de maíz. Naranjos. Retorno a bordo».

Pintura del Saint Michel III

Tras el almuerzo a bordo del Saint Michel III, Verne visitó al gobernador de Vigo y conoció los alrededores de la ciudad olívica: «Ayudante de campo del gobernador. Almuerzo de ceremonia a bordo. Desembarcados 2 horas. Coche. Visita al gobernador. Su mujer, sus oficiales, su villa. Paseo en coche. El valle. El mar». La Reconquista no era la única fiesta en Vigo ese fin de semana. Por la noche, después de cenar a bordo de la Flore, desembarcaron para contemplar la procesión del Cristo de la Victoria (hoy en día celebrada el primer domingo de agosto). Verne dejaría anotado «Con el cónsul. Cargamos carbón. Cena a bordo del Flore. Comedor de oficiales. Siete salvas de cañón por el cónsul. Noche. En la casa del cónsul. Procesión. Mujeres sobre las rodillas durante cuatro horas. De 4 horas a 8 horas. Retorno a bordo. Mujeres con colores vistosos, amarillo, rojo y verde».

El diputado Duval se extiende un poco más y relata: “La noche nos reservaba otra sorpresa, la procesión de las antorchas. Imagínense toda una ciudad, de diez a quince mil personas al menos, llevando cada una un cirio y marchando en dos filas; en medio de la ceremonia religiosa amenizada por unos querubines, el general y sus oficiales, la custodia llevada sobre los hombros de los jueces del tribunal de Comercio. Lo más curioso eran dos fieles que se habían ofrecido con alguna promesa y que andaban de rodillas con un cirio en la mano y un bastón en la otra”.

El lunes Verne fue invitado de nuevo a bordo de la fragata francesa, esta vez para la visita del comandante militar de la ciudad. La Flore dejó Vigo esa misma tarde con destino a Rochefort, y al día siguiente sería el Saint Michel III el que abandonaría la ciudad con destino a Lisboa, desde donde Verne escribió a su amigo y editor Pierre-Jules Hetzel: «Ya hablaré con usted de los lugares que visitamos; todo es verdaderamente hermoso. Vigo, Lisboa, muy hermosas, de verdad, y nos acogieron muy bien por todas partes».

El Saint Michel III

El crucero de Verne continuó con escalas en Cádiz, Tánger, Gibraltar, Málaga, Tetuán y Argel, y durante este viaje el escritor completó dos nuevas novelas, Héctor Servadac y Un capitán de quince años. En 1879 un nuevo crucero llevó a Verne a Inglaterra y Escocia, y al año siguiente a Irlanda, Escocia de nuevo y Noruega. En 1881 sería el turno de los Países Bajos, Alemania y Dinamarca, para volver al Mediterráneo en 1884, acompañado por primera vez por su familia al completo, con su esposa Honorine, su hijo Michel y también su amigo Robert Godeffroy, el diputado Raoul Douval y el hijo de su editor Louis-Jules Hetzel.

Es durante este viaje cuando se produjo la segunda visita del escritor a Vigo, de nuevo por accidente y sin estar programada. Una avería en la caldera del Saint Michel III lo obligó a realizar una parada el 17 de mayo de 1884 para su reparación. Aunque no esperaban parar más de unas horas, la visita se extendió durante cuatro días. La caldera fue reparada por personal del industrial e inventor Antonio Sanjurjo, que poseía un taller y pequeño astillero en el Areal. Las escuetas notas de Verne dejan anotado lo que le supuso la compra de carbón para el barco hasta el aprovisionamiento de agua, incluso el precio del café que se tomó en la Plaza de la Constitución. El 21 de mayo el Saint Michel III dejó la ciudad de Vigo para continuar su viaje por el Mediterráneo, que incluyó escalas en lugares como Argel, Malta o Nápoles.

Los viajes del Saint Michel III

Acosado por los problemas financieros, Verne se vió obligado a vender el Saint Michel III en febrero de 1886 por unos 23.000 francos, menos de la mitad de lo que había pagado por su adquisición nueve años antes. El yate pasó desde ese momento por diferentes manos, desde el príncipe Nicholas de Montenegro, que lo renombró como Sybila, a una flota de embarcaciones de Croacia que lo renombró como Sokol, o un tal Marko Martinolich, quien lo adquirió en 1913, bautizándolo como Toto.

El fin del barco se pierde en las tinieblas de la historia, pero si la exposición “Julio Verne. Los límites de la imaginación” de la Fundación Telefónica visita tu ciudad, podrás admirar en ella la mayor maqueta construida del Saint Michel III, obra del maquetista gallego José Rodríguez Fernández.


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Juan A Oliveira es Ingeniero Técnico Naval por la Universidade da Coruña y MBA por la UNIR. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.

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3 comentarios en “El Saint Michel III y las visitas de Julio Verne a Vigo

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