Por todos es sabido que durante las grandes guerras las mujeres llegaban a ocupar puestos normalmente reservados a los hombres. Esto permitió, en muchos de esos casos, el aprovechamiento de mentes brillantes para el cálculo, el encriptado de mensajes, la inventiva de nuevos sistemas y materiales o incluso el desarrollo de nuevos métodos para salvar la flota (recordemos a Mary Sears y su predicción de las termoclinas para ocultar submarinos).
Las fuerzas armadas de diversos países crearon unidades específicas de mujeres que desarrollaban un determinado tipo de trabajos asignados, muchos de ellos considerados de baja complejidad y trascendencia. De uno de esos grupos, las WRNS británicas (Women’s Royal Naval Service, conocido oficial y coloquialmente como las Wrens) salieron la mayoría de trabajadoras de la WATU (Western Approaches Tactical Unit), una unidad de la Royal Navy creada en enero de 1942 para desarrollar nuevas tácticas para contrarrestar los ataques de los submarinos alemanes a los convoyes de transporte transatlántico.

El proyecto desarrollado por la WATU cambiaría el curso de una de las batallas más largas e importantes de la Segunda Guerra Mundial.
El WATU estaba formado por un grupo selecto de «Wrens», y liderado por un excapitán de la marina, y tenía por misión averiguar por qué los submarinos alemanes conseguían hundir tantos barcos británicos en el Atlántico y cómo podían detenerlos. Había demasiado en juego: la supervivencia de una nación isleña por un lado, y la decantación de la balanza hacia uno u otro bando contendiente por el otro.
En 1940, el 95% del combustible y 70% del suministro de alimentos del Reino Unido fue importado. Unos 68 millones de toneladas de alimentos y combustible fueron transportados por una flota de 3.000 buques mercantes. Británicos y alemanes sabían que romper esas líneas de suministro llevaría a los primeros a la derrota.
Durante los dos años anteriores, los submarinos alemanes habían hundido cientos de barcos aliados mientras transportaban suministros desde Estados Unidos. Atacaban a los convoyes en grupos, como si de manadas de lobos se tratase. A medida que aumentaban las pérdidas (2.603 barcos mercantes y 175 buques de guerra británicos se hundieron en el transcurso de la guerra en el Atlántico), aumentaba el miedo del Reino Unido a esas manadas.
En 1941, Churchill estaba convencido de que el resultado de toda la guerra dependía de ganar la batalla del Atlántico…y se estaba perdiendo. Y ahí entró en juego la WATU y nuestras WRENS.

El capitán Gilbert Roberts había sido dado de baja de la Royal Navy en 1938 tras sufrir tuberculosis. Una vez recuperado, Roberts era un oficial retirado y sin barco, hasta la primera semana de 1942, cuando le dijeron que se presentara en las oficinas del Ministerio de Marina. Allí conoció a dos de los oficiales de mayor rango de la Marina, quienes detallaron las pérdidas del Reino Unido en el Atlántico y la acuciante necesidad de encontrar una solución.
Roberts debía presentarse en Derby House en Liverpool, donde se haría cargo de un equipo de diez «Wrens» que habían sido elegidas por su aptitud en matemáticas y estadística, con una triple misión: descubrir cómo operaban los submarinos en alta mar, desarrollar contramedidas efectivas y, finalmente, enseñar estas nuevas tácticas a cada capitán que navegaba por el Atlántico. Al parecer, Winston Churchill fue demoledor con las palabras que le dirigió: «Averigua qué está sucediendo y hunde los submarinos«.
Algunas de las componentes más relevantes de la WATU fueron las siguientes:
- Laura Janet Howes, oficial de las Wrens y prodigio matemático.
- Elizabeth Drake, oficial de las Wrens que ya trabajaba como dibujante en Derby House cuando se fundó la WATU.
- Nancy Wales, oficial de las Wrens, a las cuáles se unió en 1941. Fue seleccionada por sus conocimientos en tácticas de equipo dado que era una gran jugadora de hockey.
- Jean Laidlaw, oficial de las Wrens. Ex Sea Ranger y contadora pública.
- Janet Okell, marinera de las Wrens. Se incorporó a la WATU en enero de 1942, y sirvió en la unidad hasta su disolución. Fue entrenada como dibujante, pero pronto pasó a participar en los juegos de guerra como comandante de los submarinos o escoltas.
Con hilo, tizas y un rollo de lienzo como material de trabajo, diseñaron un juego que pretendía aproximarse a las caóticas batallas que se libraban en el mar. Con la ayuda de los informes de testigos presenciales, comenzaron a recrear las batallas del Atlántico sobre el suelo. Aunque fue bautizado como «el juego» se trataba de un trabajo muy serio.

El piso estaba cubierto de linóleo y dividido en sectores pintados. En este océano imaginario, las «Wrens» movían convoyes en miniatura, formados por modelos de mercantes y sus escoltas acorazados, de acuerdo a las indicaciones de los oficiales que participaban en el ejercicio. Pero «el juego» no se limitaba a recrear la batalla en el suelo.
Con el fin de recrear también las limitaciones de visibilidad en la mar, se instalaron unas cabinas de lona en el costado del campo de juego que contaban con unos agujeros a través de los cuales se permitía a los capitanes echar vistazos ocasionales.
De cara a recrear las conversaciones por radio, una «Wren» se movía entre las mesas pasando información útil a los capitanes participantes. Mientras, otra «Wren» llegaba a su lado y pasaba información urgente relacionada con la batalla (barco torpedeado, proyectil disparado, etc.) aumentando la presión. Cada partida duraba dos minutos.

Una vez terminada la partida, todos los jugadores podían ver la batalla completa durante el análisis posterior de la misma. Los oficiales podían ver, por fin, las huellas de los submarinos dibujadas en el suelo con tiza verde, contrastadas con los movimientos de sus propios barcos dibujados en blanco, y saber si habían logrado hundir algún submarino o no. A menudo veían que habían cometido numerosos errores que podrían resultar en la pérdida de sus barcos en un combate de verdad.
El almirante Sir Max Horton, el mayor experto británico en submarinos del momento, desdeñó el «juego» al principio. Cuando le tocó jugar, eligió para sí mismo el puesto de comandante de un U-boat, y Roberts decidió que Janet Okell, una de las jóvenes Wrens, debería desempeñar el papel de comandante de la flotilla de escoltas. Horton se sorprendió al descubrir que Okell lo venció las cinco veces de las cinco que jugaron. A pesar de su horror inicial al descubrir que había sido derrotado por una mujer de veinte años de edad, pronto aprobó el uso de su método, elogiando la estrategia.
Al participar repetidamente en «el juego» y contrastar lo aprendido con el testimonio de los capitanes que habían sobrevivido a los ataques de los submarinos alemanes, Roberts y su equipo comenzaron a entender cómo y por qué la flota británica había entendido mal el comportamiento de los nazis, y a formular un conjunto de tácticas defensivas.

Una noche, en un momento de clarividencia, se dieron cuenta de que los submarinos no estaban atacando a los convoyes desde la distancia, sino que se deslizaban sigilosamente por debajo y entre los acorazados por la noche y perpetraban sus demoledores ataques desde el interior del «rebaño».
Una vez descubierto el error táctico británico, la WATU pudo desarrollar una contramedida que permitió a los barcos de escolta de la Royal Navy cazar los submarinos basándose en su escondite estimado debajo del convoy.
Jean Laidlaw, la Wren de 21 años que manejaba el análisis estadístico, apodó la operación como «Raspberry» (Frambuesa) en un juego de palabras, ya que era una «razz» (diminutivo de raspberry y vocablo informal para burla) de desprecio hacia Hitler y sus submarinos. Raspberry fue una táctica revolucionaria y su impacto en la guerra en el mar fue inmediato. En tan solo un mes, en el verano de 1942, los barcos de escolta hundieron cuatro veces más submarinos alemanes que en el mes anterior, iniciando una tendencia ascendente que continuaría, a grandes rasgos, durante el resto del año.

En los meses que siguieron al desarrollo de Raspberry, Roberts y las Wrens idearon muchas otras maniobras para adaptarse a la creciente variedad de ataques empleada por Alemania, cada una con el nombre de una fruta o verdura: «Piña», «Grosella», «Fresa», «Alcachofa».
Muchos de los involucrados en el trabajo de la WATU nunca hablaron de su papel en la guerra, y la contribución del grupo apenas se recuerda en Reino Unido. Entre la primera semana de febrero de 1942 y la última de julio de 1945, cuando la WATU cerró oficialmente, un total de 66 Wrens habían completado el curso para convertirse en personal de la WATU o sus unidades hermanas, y unos 5.000 oficiales navales tomaron parte del Juego de guerra dirigido por el capitán Roberts y su equipo, que dieron más de 130 cursos.
Muchos graduados del Juego atribuyeron a las batallas que libraron en el piso de linóleo un factor decisivo en sus victorias posteriores durante los encuentros con submarinos en el mar. Roberts solía decir «Comete tus errores aquí sobre el linóleo, y no los cometerás en el mar«.
Al final de la guerra, el almirante Sir Max Horton envió un mensaje personal a todos los que habían servido en la unidad: «En el cierre de la WATU, deseo expresar mi gratitud y gran aprecio por el magnífico trabajo del capitán Roberts y su personal, que contribuyó en gran medida a la derrota final de Alemania«.

Derby House, en cuyo reforzado interior se encontraba el centro de mando desde el cual se orquestó la guerra de Reino Unido contra los submarinos nazis en el Atlántico, es hoy en día el Museo de la Guerra de Liverpool, pero sigue siendo un edificio que oculta todos sus secretos, con un exterior sin identificación alguna.
«El juego» desarrollado en ese anónimo edificio fue clave para que los británicos pudieran entender las tácticas enemigas y aprender a vencerlos. Las Wrens fueron clave en el trabajo secreto realizado en Derby House. Janet Okell, que solamente contaba 19 años y se había olvidado su uniforme en su primer día en la WATU, fue clave, junto a sus 65 compañeras, en la derrota de la Alemania nazi en el Atlántico.
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Laura Alonso es Ingeniera Naval y Oceánica por la UDC. Viguesa de nacimiento, Ferrolana de adopción. Dedicada al Apoyo Logístico Integrado, la Gestión de la Innovación y el continuo aprendizaje por vocación. Puedes conectar con ella a través de Twitter o LinkedIn.
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